Luis Ángel Sarabia Jasso
Los convidados del volcán, Antonio Sarabia

Los convidados del volcán es una novela del potosino Antonio Sarabia, que narra la historia de Joyita, mujer especial capaz de introducirse a los sueños de los demás. Dentro de éstos precisamente los personajes se ven en situaciones que evocan diferentes pasajes de la literatura y, en dos ocasiones, de mitos griegos: justo al inicio Joyita se mete al sueño de un niño que no ha podido despertar por varios días, y ahí se alude al mito de Teseo y el Minotauro, en que el héroe ateniense (el niño en este caso) se encuentra en el laberinto de Creta y sólo a través de un hilo que Ariadna (papel que asumirá Joyita) le proporciona es capaz de guiarse a la salida. Más adelante, cerca del final, la hija de un rico hacendado se niega a iniciar su vida sexual, no obstante sus deseos y la insistencia de su pareja, el hijo de Joyita, y en una pesadilla se ve a sí misma con aquél, mientras ella misma se va convirtiendo en un árbol, en referencia por supuesto al mito de Apolo y Dafne (nombre griego que significa el laurel).
Las aventuras de Telémaco, Fénelon
Muchas son las obras, poemas y novelas, que toman como punto de partida una historia o a un personaje de la mitología griega, Las aventuras de Telémaco retoma ambos, pues el protagonista de esta novela es Telémaco, y Fénelon decidió contarnos más historias que el joven habría vivido en su viaje en busca de su padre Odiseo, siempre bajo la guía de la diosa Palas (Atena, en Grecia), transformada en la forma humana de su maestro. Muchos episodios de esta novela no fueron siquiera imaginados por Homero, el gran bardo heleno que concibió La Ilíada y La Odisea, pero Fénelon no pretende veracidad mitológica, sino, según me parece, exponer valores y virtudes acordes a su época, finales del siglo XVII en Francia, y transmitirlos a partir de héroes reconocidos por su sociedad, y por ello Telémaco se encontrará siempre en situaciones que lo pongan a prueba, ya sea dominar sus pasiones como la lascivia con mujeres pecaminosas o dar elocuentes discursos en países que intentan legislar. En los episodios finales incluso se afronta a los peligros de la guerra, en que debe mantener también actitudes loables, como la valentía y el respeto por los enemigos, y en tanto debe evitar ganar con tretas indignas. En el campo de batalla se encuentran otros héroes conocidos desde Homero, como Néstor y Diomedes.

Tiresias, Bertrand Bonello (2003)

Esta película hace una reinterpretación de la figura de Tiresias, el famoso adivino griego que participa en el mito de Edipo. La historia gira en torno a una mujer transexual secuestrada por un hombre obsesionado con ella, con lo que durante la primera parte de la trama se observa en el protagonista una gradual transformación a varón a falta de sus hormonas. Hay que recordar que, desde el mito, Tiresias es el único personaje que ha experimentado tener ambos sexos, pues se convierte de hombre a mujer y viceversa. Como Tiresias, la mujer pierde la vista, al ser acuchillada en los ojos por su captor, y luego es abandonada en el bosque, tras lo que adquiere poderes oraculares y, ya convertido del todo en hombre, realiza predicciones para un pueblo en casa de la familia que lo rescató. El adivino griego también nació con vista, y hay varias versiones sobre cómo la perdió, pero no dejan de ser violentas como la de la película, en una, Atena le arranca los ojos con sus propias manos. En realidad Tiresias tiene varias referencias a diversos motivos del mito, como un cuadro de una serpiente en la habitación del secuestrador, mismo que podría aludir a una de las versiones que cuenta la conversión de Tiresias, según la cual se habría transformado en mujer al separar a dos serpientes que estaban copulando. Personalmente la película no fue de mi agrado, sin embargo me parece una clara muestra de cómo puede trabajarse un mito desde el cine y aprovecharse gran parte de los elementos que cuentan los mitos clásicos.
La creación, de Agustín Yáñez
A lo largo de toda esta novela se hace evidente el conocimiento tan profundo que el autor tenía de la antigüedad clásica, y realmente hay muchísimas referencias a ella, desde simples sintagmas (como “actos de las ninfas”, para aludir según creo a las relaciones sexuales) hasta apartados completos de la historia. Aquí permea con particular fuerza un diálogo de Platón, El banquete, mismo que Yáñez habría consultado quizá en la edición a cargo de la UNAM, hecha en pasta verde durante la gestión de Vasconcelos como rector de la universidad (incluso el propio autor alude a esta edición en su novela). Como en este diálogo platónico, el escritor mexicano hace reflexionar a sus personajes acerca de qué es el amor e incluso parecen conversarlo mientras la acción dramática los acompaña (igual, de nuevo, que en la obra platónica), esto durante la parte dos de la novela, titulada “2do movimiento: creciente”, en el último capítulo del mismo: “El Banquete. O de las glorias de Cupido”. Valga mencionar además que toda la tercera parte, “3er movimiento: galopante”, se vale de figuras de la religión griega, como Musas y Gracias, e incluso Yáñez hace una reinterpretación del mito conocido como “el juicio de Paris”, en el capítulo 3 de ese apartado, titulado “Tres”.
