
Teseo, el héroe del laberinto
Teseo es el héroe nacional de Atenas y participó de muchas proezas heroicas, la más conocida de ellas fue la expedición a Creta para matar al minotauro, quien ya había devorado a varios de sus compatriotas. No obstante hay muchas otras historias que cuentan los mitos respecto a este personaje, aquí una recopilación de las mismas…
Egeo, quien ostentaba el poder en Atenas, no había podido tener varones de sus matrimonios, primero con Meta y luego con Calcíope, así que decidió consultar al oráculo, que le dio una respuesta confusa: que no desatara el odre hasta estar en las alturas de Atenas (Apolodoro, III.xv.6).

Egeo terminó en Trecén donde Piteo, tras interpretar el oráculo, le entregó a su hija Etra como cónyuge (Eurípides, Suplicantes, 1-6).

Como ella quedó embarazada, el rey ateniense entonces le indicó que si su hijo resultaba ser un varón ocultara el nombre de su padre y lo enviara de vuelta al Ática una vez que creciera y fuera capaz, por él mismo, de recoger unas armas que el gobernante ateniense había dejado debajo de una gran roca (ver Genealogía 1). De regreso, Egeo instituyó unos juegos, las Panateneas, que ganó Androgeo, quien fue asesinado por unos competidores envidiosos después (Apolodoro, III.xv.7)
Minos, rey de Creta y padre de aquél, culpando a la ciudad por su muerte, decidió invadir toda la región y se apoderó primero de Mégara, pero ante la imposibilidad de hacer lo mismo con Atenas, pide a su padre Zeus que castigue a sus habitantes, por lo que una peste los azotó y no pudieron librarse de ella hasta que, siguiendo las órdenes de un oráculo, decidieron acceder a una petición de Minos: cada cierto tiempo enviarían siete jóvenes y siete doncellas a Creta para que fueran el alimento del Minotauro (Apolodoro, III.xv.8).
Mientras tanto en Trecén, Teseo comenzaba a mostrar su potencial, pues cuentan que en una ocasión Heracles llegó como huésped al palacio de Piteo, y como se quitó la piel de león que traía puesta causó un gran espanto entre los niños presentes, quienes pensaron que la fiera estaba viva, excepto en Teseo, pues éste se armó rápidamente y atacó con gran valor el despojo. De hecho tanta era su fuerza que a los dieciséis años logró empujar la roca y sacar la espada y las sandalias que Egeo había dejado ahí (Pausanias, I.xxvii.8).
Teseo entonces emprendió el viaje de regreso a la patria de su padre, y mientras marchaba a pie iba librando al Ática de diferentes criminales y de fieras terribles: en Epidauro asesinó a Peripetes, en el itsmo de Corinto a Sinis (Apolodoro, III.xvi.1), en Cromión mató a una cerda llamada Fea debido a la anciana que la alimentaba, a Escirón, en la región de Mégara, lo arrojó al mar, donde una tortuga devoraba a todo aquel que caía ahí, como aquél solía hacerle a los extranjeros con los que se topaba (Pausanias, I.xliv.8); se deshizo de Cersión en Eleusis y por último de Damastes, también llamado Polipemón o Procrustes (Apolodoro, Epítome, i.1-4).
Llegado a Atenas, al principio Egeo no reconoció a su hijo, y como incluso llegó a considerarlo una amenaza por instigación de Medea, lo mandó a hacer una proeza de la que creyó que no volvería (Apolodoro, Epítome, I.5-6): había un toro que causaba grandes estragos en Maratón; de esta bestia portentosa se decía que era el que Poseidón hizo salir del mar, después de que Minos le prometiera ofrendarle lo primero que saliera del agua, pero como el rey cretense incumplió su promesa, el dios volvió salvaje al toro (Apolodoro, II.v.7). Este toro terminó en Grecia porque Heracles lo transportó primero al Peloponeso como uno de los trabajos que le encargó Euristeo, y luego lo soltó en Argos, en el Peloponeso, de donde el animal se trasladó a Maratón. Cualquiera que fuera el origen de esta bestia, Teseo logró acorralarlo en la Acrópolis y lo sacrificó en honor a Atena (Pausanias, I.xxvii.10).
No obstante la hechicera le otorgó un veneno al gobernante ateniense para deshacerse de Teseo; ella lo había obtenido de unas plantas a las que le cayó la espuma de la boca de Cerbero, cuando Heracles lo sacó del inframundo en otro de sus trabajos. Egeo, sin embargo, antes de que el joven bebiera de la copa el líquido envenenado, vio la espada y reconoció a su hijo, justo a tiempo para arrebatarle la mortal mezcla. Medea, descubierto su engaño, logró escaparse de la muerte en unas nubes que creó por medio de sus encantamientos (Ovidio, Metamorfosis, VII.406-424).
Mientras tanto se cumplía por tercera vez el plazo de nueve años para que Minos reclamara el tributo de jóvenes, pero para ponerle fin a este abuso Teseo se ofreció como voluntario a ir, con la intención de matar al Minotauro (Apolodoro, Epítome, i.7). Esta criatura híbrida, mitad toro y mitad humano, estaba recluido en un laberinto construido por Dédalo, y quien entraba ahí no había logrado salir ya jamás (Ovidio, Metamorfosis, VIII.168-182).
Antes de partir, no obstante, Teseo zarpó con velas negras, y le aseguró a su padre que las cambiaría a velas blancas si su empresa tenía el resultado deseado (Pausanias, I.xxii.5).
Una vez en Creta, la hija de Minos, Ariadna, se enamoró perdidamente de Teseo (Catulo, LXIV. 80-115), y se comprometió a ayudarlo si a su vez el héroe le daba su palabra de llevarla consigo a Atenas. El héroe accedió, y recibió entonces de la joven un hilo que ató a la puerta del laberinto, por lo que una vez que asesinó al minotauro a punta de puñetazos sólo le restó seguir el hilo y así logró salir (Apolodoro, Epítome, i.8-9).

Cumplido su objetivo, Teseo parte a Naxos junto a Ariadna y a los jóvenes que habían sido ofrendados (Apolodoro, Epítome, i.9), pero en esta isla la joven cretense se quedó dormida en la playa y fue abandonada por su amado (Pausanias, I.xx.3). Cuando se percata de esto, impreca a las divinidades (entre ellas a las Euménides) para que la ruina alcance a Teseo y a los suyos (Catulo, LXIV.188-201). El final de Ariadna, no obstante esta desgracia, no fue desdichado, pues Dioniso, quien al verla se enamoró de ella, se la llevó e incluso hizo de la corona que traía la joven una constelación (Ovidio, Metamorfosis, VIII.168-182).
A causa del ruego de Ariadna, las divinidades ofuscaron la mente de Teseo, quien olvidó cambiar las velas de negras a blancas, por lo que Egeo, apenas vio esta señal equívoca se dejó caer desde lo alto y murió (Catulo, LXIV.207-245). Al arribar a Atenas y ante la desafortunada muerte de su padre, Teseo tomó el reino de la ciudad y se hizo del poder absoluto, eliminando a sus opositores más fervientes (Apolodoro, Epítome, i.11)
Como máximo gobernante de Atenas, a Teseo se le atribuía haber unificado el territorio del Ática, cuyas ciudades a menudo luchaban entre sí, por medio de eliminar sus magistraturas y sus consejos, y de centrar el poder sobre todo en Atenas, a la que las demás regiones le pagaban un tributo, y si bien ocupaban su mismo territorio, podían refugiarse en con los atenienses en caso de guerra. Además configuró las fiestas Sinesias, es decir, “de unión” (Tucídides, Guerra del Peloponeso, II.15.1-2). Como gobernante lo alabaron por otorgar iguales oportunidades a cada uno de sus conciudadanos y por no mandar el cumplimiento de los asuntos que había que atender, sino más bien él mismo participar de la resolución y luego repartir con igualdad los provechos que éstos dejaban (Isócrates, X.35-37).
No conforme con estas ya numerosas proezas, Teseo también acompañó a Heracles durante su expedición contra las amazonas, a fin de conseguir el cinturón de su reina Hipólita (Apolodoro, II.v.9; Epítome, i.16).

Cuentan que, como Heracles no había logrado tomar Temiscira, la ciudad de aquellas mujeres, se apoderó de ella por medio de Antíope, quien se enamoró de Teseo y accedió por él a entregársela (Pausanias, I.ii.1). Teseo se llevó a Antíope y ya en Atenas la desposó, donde habrían de tener un hijo llamado Hipólito (Apolodoro, Epítome, i.16).
Debido a esta afrenta las amazonas se lanzaron contra Atenas, pero los atenienses, comandados por su rey, lograron vencerlas en el Areópago (Apolodoro, Epítome, i.16). Durante la batalla la amazona Molpadia mató a Antíope, quien fue vengada a su vez por Teseo (Pausanias, I.ii.1).
Cuando Teseo estaba disfrutado del triunfo llevando a la reina sometida sobre un carro, Adrastro y unas suplicantes argivas lo alcanzaron en el camino y le pidieron su intervención: se había suscitado una guerra entre Argos y Tebas, en la que resultaron muertos muchos familiares que aún no habían sido enterrados por mandato del nuevo gobernante tebano; ellas deseaban, con la mediación del héroe ateniense, recuperar los cadáveres y poder darles honras fúnebres (Eurípides, Suplicantes, 6-27; Estacio, Tebaida, XII.519-539). Teseo accedió y se puso en marcha rápidamente, al llegar, luego de un enérgico cambio de palabras con Creonte, el rey que se negaba a restituir los cuerpos, lo asesinó (Estacio, Tebaida, XII.752-792).

Tiempo después Deucalión, hijo de Minos como Ariadna, le ofreció a Teseo en matrimonio a su otra hermana, Fedra. Luego de tener dos hijos con ella (ver Genealogía 2), su nueva esposa de enamoró de Hipólito (Apolodoro, Epítome, i.17-18). Éste era un amor movido por la diosa Afrodita, en castigo al joven por despreciarla al asegurar que ella era la diosa menos importante, y en cambio a Ártemis la honraba y le consagraba su vida (Eurípides, Hipólito, 1-24). Fedra decidió confesarle su pasión al joven, pero éste la rechazó, y como ella tuvo miedo de que Hipólito delatara su pasión a Teseo, forzó su cerradura y se rasgó las vestiduras para fingir que él había intentado violarla (Apolodoro, Epítome, i.18).
Teseo le creyó, y maldijo a su hijo pidiéndole a Poseidón que le causara su muerte: el dios lo escuchó, pues cuando Hipólito se dirigía a Trecén, conduciendo su carro por la playa, hizo salir a un toro del mar que aterró a los caballos. Éstos llevaron el carro entre rocas y escollos, y como el joven se cayó y se atoró con las riendas, entonces fue arrastrado y despedazado (Ovidio, Fastos, VI.734-746). Luego de esta lamentable muerte Teseo se dio cuenta del engaño de Fedra, quien tampoco tardó ya en ahorcarse (Apolodoro, Epítome, i.19).
Mucho tiempo antes, Teseo se había hecho amigo de Pirítoo cuando asistió a una boda en la que los centauros, luego de haberse embriagado por no estar habituados al vino, intentaron violar a la novia. Se trabó un combate entre éstos y los demás asistentes a la boda (Apolodoro, Epítome, i.21). Alguna vez ellos habían jurado casarse con alguna de las hijas de Zeus, por lo que raptaron a Helena y decidieron que Teseo la desposaría, y Pirítoo, por su parte, le pidió a su amigo que lo ayudara a llevarse del inframundo a Perséfone, la esposa de Hades. Descendieron entonces y fueron engañados por el dios, pues aunque les ofreció hospitalidad, después de sentarse en un trono quedaron adheridos a él. Sólo pasado un tiempo Heracles liberó a Teseo durante su propio descenso al inframundo y lo envió de vuelta a Atenas, pero Pirítoo tuvo que quedarse y seguir padeciendo su castigo (Apolodoro, Epítome, i.23-24).
Cuando el decaído héroe arribó de vuelta a su patria, ésta ya estaba gobernada por Menesteo, subido al poder por los Dioscuros Cástor y Pólux, pues para recuperar a su hermana Helena, retenida en el Ática, atacaron la ciudad y la capturaron (Apolodoro, Epítome, i.23).
Como los hijos de Teseo ya estaban expatriados en Eubea, Menesteo lo desterró también a él. Sin poder pisar su tierra paterna, Teseo se embarcó junto a Deucalión en Creta, pero los vientos los desviaron a Esciros, donde reconocido como el gran héroe que era, el ateniense fue muy bien recibido y alabado por sus hazañas. Por ello Licomedes decidió matarlo, arrojándolo a un abismo (Pausanias, I.17.6; Apolodoro, Epítome, i.24).
Mucho tiempo después, los atenienses le construyeron a su héroe nacional un templo luego de que los persas desembarcaran en Maratón, y Cimón, el hijo de Milcíades, castigó a los habitantes de Esciros por la muerte de Teseo y restituyó sus huesos a Atenas (Pausanias, I. 17.6).
TESEO EN LA LITERATURA
- ARIAS, ABELARDO. (1966). Minotauroamor. Buenos Aires, Ed. Sudamericana (novela)
- AZPEITIA, JAVIER. (2002). Ariadna en Naxos. Barcelona, Seix Barral (novela)
- BORGES, JORGE LUIS. (1949). «La casa de Asterión» en El Aleph. Buenos Aires, Losada (cuento)
- FERRY, LUC (guión); POLI, DIDER (ilustrador). (2011). Teseo y el Minotauro. México, Panamericana editorial (novela gráfica)
- FRISSEN, J. et al. (2021). El fuego de Teseo (integral). España, Ponent Mon (novela gráfica)
- GONZÁLEZ DELGADO, RAMIRO. (2008). Laberinto y Minotauro. Extremadura, Universidad de Coimbra (ensayo y poesía)
- LÓPEZ, MARÍA JOSÉ. (2014). Entre la Tierra y el Olimpo. Madrid, Universo (novela)
- MONTES, GRACIELA. (1997). Teseo, Ariadna y el Minotauro. Buenos Aires, Gramón-Colihue (novela)
- RENAULT, MARY. (2008). Teseo. El que debe morir y El toro del mar. Barcelona, Edhasa. (novela)
- YOMTOV, NEL. (2011). Teseo y el Minotauro. México, Latinbooks (novela gráfica)
TESEO EN LA PINTURA
1. TESEO
- Clerck, Hendrick de. (ca. 1610). Banquete de Aqueloo [Pintura]. Madrid, Museo del Prado
- Hyre, Laurent de la. (1635). Teseo y Etra [Pintura]. Budapest, Museo de Bellas Artes
- Rubens, Pedro Pablo. (ca.1637). El rapto de Hipodamía [Pintura]. Madrid, Museo del Prado
- Poussin, Nicolas.(1638). Teseo encuentra la espada de su padre [Pintura]. Chantilly, Francia, Museo Condé
- Poussin, Nicolás. (1641). Hércules y Teseo luchando contra las Amazonas [Dibujo]. Reino Unido, Royal Library, Windsor Castle
- Steen, Jan. (ca.1659). Teseo y Aqueloo [Pintura]. Phoenix, Museo de Arte
- Brenet, Nicolas-Guy. (1768). Aethra mostrando a Teseo el lugar donde su padre escondió sus armas [Pintura]. Los Ángeles, Los Angeles County Museum of Art
2. TESEO Y ARIADNA
- Rottmayr, Johann Michael. (1705). Ariadna entrega el hilo a Teseo [Pintura]. Viena, Liechtenstein Museum
- Bambini, Niccoló. (sXVII-XVIII). Ariadna y Teseo [Pintura]. Colección privada
- Kauffman, Angelika. (1774). Ariadna abandonada por Teseo [Pintura]. Houston, Museo de Bellas Artes
- Westall, Richard. (1810). Teseo y Ariadna en la entrada del laberinto [Pintura]. Scunthorpe, Inglaterra, North Lincolnshire Museum
- Cima de Conegliano, Giovanni Battista. (1505). Teseo matando al Minotauro [Pintura]. Milán, Museo Poldi Pezzoli
- Maitre Des Cassoni Campana. (1500-1525). Teseo y el Minotauro [Pintura]. Avignon, Musée du Petit Palais
- Burne, Edward Jones. (1861). Teseo y el minotauro en el laberinto [Ilustración]. Inglaterra, Birmingham Museum and Art Gallery
- Draper, Herbert James. (s.XIX). Ariadna abandonada por Teseo [Pintura]. Colección privada